El Rey del Desierto

En el desierto de la Costa Sur del Perú, uno de los ecosistemas más frágiles del mundo, existe una lucha por prevenir la extinción del árbol más significativo y longevo del Perú: el Guarango. Por más de 5 000 años este árbol ha sido fuente nutritiva y energética para su entorno, funcionando como una especie de imán del agua. El hombre antiguo de esta región encontraba en el Guarango: alimento, refugio, combustible y material para construir. Además, por medio de sus raíces, tan profundas y extensas, conserva agua y humedad, en medio del desierto. Según estudios arqueológicos, el guarango ha cumplido un rol simbólico central en las sociedades antiguas de la costa que rendían culto al agua y a la naturaleza. Para ellos el Guarango era un templo en sí mismo, pues convertía el desierto en oasis. Aún se encuentran tablas, troncos y horcones de Guarango en los sitios arqueológicos más importantes de Ica y Nasca. Donde antes habían bosques abundantes, en las últimas décadas la pérdida de los guarangales se ha acelerado por los cambios climáticos, las plagas de insectos y más que nada por el talado ilegal para leña y carbón. Hace sólo 30 años existían 50,000 hectáreas de bosque en la costa sur del Perú. En el 2007 quedan tan sólo mil hectáreas, de los cuales solamente 200 hectáreas tienen suficientes árboles para ser considerados realmente bosques. Por esta razón INRENA ha declarado el guarango una especie en peligro de extinción. No obstante, en los últimos años, han surgido varios proyectos científicos y ecológicos para recuperar conocimientos ancestrales y subrayar el papel clave del Guarango en detener la desertificación. Con esto en la mente, jóvenes idealistas cultivan árboles en la región de Ica, cuidándolos hasta que sus raíces lleguen al subsuelo. Así, con la esperanza de prevenir la extinción de esta especie milenaria, los jóvenes costeños están sembrando no solamente árboles sino también una visión inspirador